El otro lado

El otro lado
Alfred Kubin
La Bestia Equilátera, 2017
Novela, 280 pp.

por Rubén Sacchi

Reza un viejo proverbio árabe: “Si en la tierra hay un cielo, es éste, es éste, es éste”. Desde los tiempos más remotos, el hombre buscó un lugar idílico donde transcurrir sus días pero ¿existe el paraíso en la Tierra? Como respuesta, otra máxima de la cultura popular nos recuerda que “el sueño hecho realidad nunca es igual a la realidad que se soñó”.
Tal vez el ser humano pueda vivir apartado de los adelantos tecnológicos. Diferentes grupos lo intentaron con mayor o menor suerte, pero todos tenían un objetivo unitario. El reino soñado propone una Babel cultural demasiado diversa para la convivencia, donde sus actores deben manejarse por parámetros aleatorios en medio de una economía precaria, casi de trueque y sin progreso alguno. Todo se repara o se surce, pero este ideal anticapitalista se encuentra sumido en una burocracia kafkiana y se edifica sobre oscuras fuerzas que amenazan su subsistencia.
El protagonista de El otro lado, se arriesga en esa búsqueda, en el convencimiento de que “la paz verdadera solo llega cuando ya no hay sendero para caminar”. En ese tránsito busca su edén pero, en el derrotero, terribles pérdidas lo acometerán en medio de un escenario que remeda la célebre obra de El Bosco, El jardín de las delicias.
Enmarcada en la novela utópica, la obra expone una visión filosófica acerca de la construcción de una sociedad que rompa con los patrones establecidos y se manifieste opuesta a los paradigmas consumistas. Sin embargo, su pronóstico no se muestra alentador. Quizás por ello, hacia el final, Kubin cita a Julius Bahnsen: “El ser humano es apenas una nada conciente de sí misma”.
Será que toda constructo debe hacerse a sabiendas de que hay otros mundos posibles pero que, necesariamente, están en éste.

Esa mueca siniestra de la suerte

Esa mueca siniestra de la suerte
Angela De Sensi
Umbrales Ediciones, 2017
Novela, 155 pp.

por Rubén Sacchi

Si “Dios no juega a los dados”, como gustaba decir el científico Albert Einstein, las matemáticas que rigen la Ley de Probabilidades demuestran que todo puede ocurrir, siempre y cuando los elementos participantes ocurran en coincidencia. En esa curva azarosa coinciden los protagonistas de Esa mueca siniestra de la suerte de manera inocente sin intuir que, tras esa partida, sus vidas cambiarán radicalmente.
La familia, el matrimonio como su base de sustentación y la fidelidad son los tópicos disparadores de la historia. El origen de la familia puede hallarse en un sistema patriarcal y una cultura represiva, para preservar e incrementar privilegios y patrimonios. La única manera de que una mujer pueda sortear esa barrera es logrando su independencia económica. No es el caso de Nina, una joven estudiante, de ideas liberales, pero que goza de una sólida posición junto a un exitoso abogado.
La autora escribe: “Hay que inyectarse cada día de fantasía para no morir de realidad”, y en ese espacio ideal todo parecerá funcionar de maravillas, hasta que aquella maldita ley esboce el gesto gardeliano que lo oscurezca todo.
La novela, bajo el formato de un policial, interpela acerca de lo que une a las parejas, la lealtad que refuerza ese vínculo y las consecuencias de sostenerlo más allá del amor y del deseo. Una frase de Frida Khalo expresa las secuelas que produce la ausencia de sinceridad y el consecuente engaño: “lo más triste de una traición es que nunca viene de un enemigo”.