Abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes

Abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes
Eva Giberti
Noveduc Ediciones, 2015
Ensayo, 392 pp.

por Rubén Sacchi

El antiguo texto de La Biblia, en su capítulo 18, versículo 16 del Evangelio según San Lucas, pone en boca de Jesús la siguiente frase: “...Dejad que los niños vengan a mí y no se lo prohibáis, que de ellos es el reino de Dios...”. La realidad, sobre todo luego de la condena a 15 años de prisión del sacerdote Julio Grassi, por abuso sexual infantil y corrupción de menores, lejos no pone de esa paternal y dulce frase.
De lo que hace años no se hablaba, y hasta en tiempos era visto como un hecho cultural socialmente aceptado o tolerado, hoy se lo cuestiona duramente, así como a los estudios internacionales que “pueden (...) propiciar la adaptación al mundo del cual surgen las victimizaciones”. Máxime, en un sistema como el capitalista, donde “cuerpo, sensaciones y geometrías conflictuales tejen una urdimbre compleja e indeterminada que cementa todo el edificio y las bases de las relaciones sociales”.
En este volumen, la psicóloga, investigadora y docente Eva Giberti aborda una problemática cada vez más presente en la sociedad actual como tan difícil de erradicar. Es un texto enfocado para profesionales, que sin embargo resulta accesible y esclarecedor para el común de los lectores, acercando no sólo análisis de situaciones abusivas sino también buena cantidad de propuestas terapéuticas y de acompañamiento de las víctimas.
Los motivos que mueven al abusador; las leyes y sus falencias; el niño como objeto de deseo y una justicia incapaz de comprender su psiquismo; la problemática de la denominación del delito, que lo cataloga equívocamente y lo uniforma; las complicidades sociales o intrafamiliares; las falacias comúnmente aceptadas, como la del abusado-abusador o el estudio de la etimología para entender históricamente la aplicación de un vocablo en un contexto determinado, son abordados y analizados en profundidad, coincidiendo con la conclusión que expresara Carlos Marx en las Tesis sobre Feurbach: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diversos modos, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
La autora revisa también los cuentos de la llamada literatura infantil, sus modificaciones a través de los años y la versión light que llega a nuestros días, desvirtuando la imagen del mundo que se entrega a los niños. Lo hace desde la convicción de que “...escribir, como pronunciar la palabra, inicia un circuito de poder”.
En definitiva, una temática difícil de encarar, a la que evitamos como molesta, pero imprescindible si deseamos que las cosas se modifiquen en orden a las palabras de Paolo Virno “Otro mundo es posible. Nosotros, los seres humanos, oscilamos entre un exceso de lo pulsional y la categoría de lo posible”.

De tapas

De tapas
Autores varios
Ediciones de la Biblioteca Nacional, 2015
Ensayo, 80 pp.

por Rubén Sacchi

“Sobre nosotros ya es primavera ¿no es un milagro que pese a nuestra estupidez de humanos la vieja tierra siga floreciendo, coronel?”. Esta frase, que refiero de memoria, es acopio de mi adolescencia, cuando las revistas de historietas daban sustento a mi incipiente hábito de la lectura. Hoy, entre miles de libros, aún conservo muchos de aquellos ejemplares del, a mi criterio, mal llamado género menor. La cita, creo recordar, pertenece al guionista Ray Collins, pseudónimo de Eugenio Zappietro, un joven policía que a finales de la década del 50 comenzó su carrera en los cuadritos, llegando a dirigir el museo policial.
Pero esa es sólo una de las miles de historias que ocultan las historietas. ¿Quién, que haya vivido su juventud en los 60 ó 70, no disfrutó de las historias que aparecían en las conocidas revistas mexicanas, aquellas con la banderita SEA o la estrella ER? ¿Quién de ellos no fue a una feria barrial, al puesto de revistas usadas, a canjear -2x1- o comprar algún número que le faltara?
La historia de las revistas, no sólo de historietas, tiene una profusa trayectoria vernácula. Desde principios de siglo, publicaciones tales como Pulgarcito o PBT (1904), Los niños terribles (1908) o la primera Billiken, aparecida el 17 de noviembre de 1919, hasta la amplia variedad que hoy tapiza los anaqueles de los kioscos, las revistas formaron parte de la vida cotidiana como un hijo bastardo de la cultura.
Ese desprestigio, quizás debido a la masividad de su circulación (Editorial Columba tiraba 250 mil ejemplares semanales de sus álbumes de historietas) o a su costo reducido, restaba atención para apreciar el arte contenido en ellas. Basta saber leerlas para enterarse de las vicisitudes que se vivieron en las diferentes épocas, pero también para disfrutar a verdaderos artistas que engalanaban las tapas con sus trabajos. Hoy, la Biblioteca Nacional lanza una publicación que intenta rescatar aquel acervo, se trata de De tapas, cuyo primer número apareció en agosto pasado y es de distribución gratuita.

Viento Ritual

Viento Ritual
(Audiolibro)
Carlos Splausky
Edición de Autor, 2014
Poesía, 37 pistas.

por Rubén Sacchi

Reza el interior de la carátula: “El poeta chaqueño Carlos Splausky, de reconocida trayectoria en las letras argentinas es comparable a los grandes hacedores de la literatura universal. Caudaloso en imágenes y metáforas, sin precedentes en la poesía lírica”. Una definición acertada, pero que sólo refiere a las formas que hacen su poesía. Para ser justos, habría que hablar del compromiso que sus versos arrastran y que juegan, sin lugar a dudas, una carta fuerte en el posicionamiento que el intelectual, consustanciado con su tiempo, debe asumir de manera valiente y clara.
En este trabajo, el cantautor misionero Ramón Ayala, no sólo pone el acompañamiento, sino también la voz en las tres primeras pistas -entre ellas la que da nombre al disco-, de un total de 37, dejando el resto en manos del poeta y gran declamador Carlos Splausky.
Con temáticas diversas, desde la sencillez del amor, como en Los pájaros, hasta la problemática ambiental, denunciando la destrucción del planeta mediante la contaminación, en La Pachamama, poema con fondo de plegaria mapuche, el vate da testimonio de la comunión del hombre con su entorno, pero también con su semejante, porque si algo hay para salvar es la existencia toda, ya que nada es en solitario y quien no lo ve así es un suicida.
El compacto tiene una presentación delicada, que incluye un retrato del poeta, cuya autoría pertenece al prestigioso artista plástico Carlos Terribili. También incluye una completa información de los responsables
de su factura.
Además del equipo técnico, en Viento Ritual participan, además de Ayala, Trabuco González en primera guitarra; Jorge Rosales y Marcos Ruiz Iriarte, en guitarra base; Mauricio González, en piano; Quique Ponce, en bandoneón; Abel Rodríguez, en acordeón; Stella Correa, en accesorios; Fabián Villalba, Alejandro Marchesotti, Marcelo Frezia y Gabriel Moyano, en percusión; Ariel González y Pablo González, en bajo, quedando el coro a cargo de Andrea González y Roberto Galean.

Teatro de la palabra

Teatro de la palabra
Araceli M. Arreche
La Campana Sumergida Editorial, 2015
Teatro, 360 pp.

por Rubén Sacchi

Para quienes solemos asistir al teatro, el nombre de Araceli Arreche no nos resulta indiferente. Dramaturga de notable trayectoria, también ha ejercido la docencia en numerosos establecimientos de altos estudios.
También debe reconocerse su compromiso con los derechos humanos, y sobre todo su participación en los ciclos de Teatro por la Identidad, creados como eventos de apoyo a la lucha que las Abuelas de Plaza de Mayo llevan adelante en pos de lograr la restitución de los niños apropiados durante la pasada dictadura.
La autora, con varios libros publicados, hoy nos obsequia con la edición de una nueva antología, compuesta de seis piezas teatrales en edición bilingüe, castellano polaco, en las que subyace la temática de la identidad.
Karina Giberti escribe, A modo de presentación: “Aproximarse a la obra de Araceli Mariel Arreche significa ingresar en un territorio en el que, como bien se indica en el título de la presente antología y en el encabezado de esta breve introducción, la palabra adquiere un lugar primordial; devela y oculta, se reinventa generando climas diversos y nos sumerge como lectores (y espectadores) en un mundo distinto aunque tan cercano”.

Poemas de Bismuto

Poemas de Bismuto
Cecilia Vilches
Edición de Autor, 2015
Poesía, 20 pp.

por Rubén Sacchi

El diccionario lo define como un metal sólido de color blanco agrisado con tinte rojizo. No obstante, sus cristales reflejan un sinnúmero de colores. Quizás por ello, la poeta haya decidido esa pluralidad de facetas para representar su poesía.
Cecilia Vilches derrama al mundo “el agua de nuestra fantasía”. Para ello es preciso entrar en el misterioso mundo de los sueños, donde el amor arde como una hoguera y el pasado, bucólico, recorre un paisaje provinciano en el que “los deseos aguardaban en los panaderos”.
En esa experiencia onírica, asume la totalidad del cuerpo como un todo en sí mismo. Un universo sobre el Universo que lo continúa y completa, “Las dunas de la piel sobre la arena”. Luego, con la vigilia, habrá que buscar otra magia con la experiencia acumulada: “Viajé sin moverme/ ahora soy distinta”.
En este nuevo estado, los colores y sus sendas representaciones cobran protagonismo, desde un amarillo que arrastra la herencia familiar “que te tejieron las arañas, los abuelos” hasta un verde, que describe una identidad y la comunión con el mundo.
Profunda e íntima, la obra de la poeta compone un arcoiris de pasiones.

Encontradas y perdidas

Encontradas y perdidas
Andrea J. Larrieu
Viajera Editorial, 2014
Cuento, 96 pp.

por Rubén Sacchi

Ocho títulos integran este libro y relatan otras tantas historias de mujeres con sus dramas y su lucha cotidiana por la felicidad, en un universo de hombres donde el poder las sojuzga.
También, Encontradas y perdidas es un libro que muestra una nueva visión del mundo, donde la mujer logró ocupar un espacio que no está dispuesta a abandonar y que conlleva no pocas contradicciones con el ideal para el que fueron educadas.
El título invierte el paradigma, ya que lo que se encuentra debe perderse primero. Las protagonistas del libro se encuentran a sí mismas a partir de duras pérdidas; como si la adversidad fuese un
rito iniciático en el que descubren su potencial y se sobreponen a las circunstancias, intentan, como nos dice el primer relato, “recuperar las ilusiones que nunca pude sacar de la valija”.
Algunas historias revelan una lucha evidente, como la mujer golpeada de Ruidos; la maestra enferma de cáncer, en Ella o la trata, en Un témpano de hielo. Otras, son más introspectivas, de tormentas interiores, como El otro y la aparición de un extraño tercer ojo de la conciencia. Aquellas y éstas hacen de este primer libro de Andrea Larrieu un trabajo con promesa de futuro.

Actas del naufragio

Actas del naufragio
Claudio Simiz
ArbolAnimal Ediciones, 2014
Poesía, 36 pp.

por Rubén Sacchi

El mar es el sitio último. No el final, sino aún la permanencia en el absoluto. Allí se funden todos los ríos de la tierra y esa metáfora puede encerrar el postrer intento de alcanzar lo soñado.
Claudio Simiz recrea en su poesía a un avezado marino que, tras otear el
horizonte, se larga a la mar en su búsqueda. En su ruta, es sorprendido por la tempestad y el naufragio es inevitable. Pero el navegante y su rumbo no son sino figuras que representan la vida y su objetivo final: el amor.
Actas del naufragio es un libro del amor perdido, o jamás hallado, pero
nunca del desamor, pese a los pactos con la Muerte que nos dejan “sonriéndole a la nada”. Expresa el destino de quien deriva errático porque echó por la borda su astrolabio.
La vieja duda shakesperiana del ser o no ser se traduce en “qué hacer con la memoria” o sin ella, mientras en Derroteros I, desarrolla una especie de curva de la sabiduría.
“Preferimos creer/ (..)/ que la voz nos traduce”, declara el poeta, y en esa idea nos entrega estos versos, simples “lazos obstinados del corazón y la memoria”.

ávido don

ávido don
Claudia Schvartz
Editorial Leviatán, 2008
Poesía, 80 pp.

por Rubén Sacchi

Difícil empresa resulta el intento de describir la poesía de ávido don. Es una sucesión de imágenes que se enhebran generando ideas. Cada quien verá su paisaje y la convertirá, de esa manera, en universal. Pero si algo transmiten estos versos, es la simbiosis de la poeta con lo natural, la vida en sí misma que la contiene y, a la vez, es comprendida.
Claudia Schvartz nos entrega una sucesión de días, con sus amaneceres, ocasos y noches;su maravilla y sus temores. La existencia y sus conflictos: el devenir de las horas y las cuestiones de los hombres. Ninguno escapa a una visión abarcadora y a la vez introspectiva, inundan los ojos y el alma del lector componiendo, como su autora rotula, el don de la avidez.
El libro, sutil viaje a la nostalgia, se divide en cinco partes y comienza con un viento que resulta amigable, Nordeste, ráfaga que “pronuncia un paisaje en movimiento”. Le sigue Eco, donde la palabra, cual piedra, es arrojada al pasado y su rebote arrastra los recuerdos; continúa Almácigo, que guarda, como semillas, los objetos de antaño y “una fiebre de vivir la última hora”. Schvartz rememora los días en un ambiente pueblerino, quizás parte de su infancia, donde “desde las casas el cierto perfume de la sopa” proporciona la calidez del hogar y una “luminosa baba que un caracol traza/ en la cal del mojón”, lleva a valorar la gigantesca pequeñez...o la tenacidad del amor, expresando “Dulce corazón empedernido/ qué rápido la noche, qué larga el hambre”.
Continúa con Notas para un poema, hecha de pequeñas frases, cual pétalos de una gran flor; profundos, deslumbrantes, solidarios, “Siente una repugnancia casi religiosa ante el dolor ajeno”. Pertinaz observadora de la naturaleza, cual humilde discípulo ante el sabio maestro, reflexiona “En lo alto de la enramada, la flor rosa del laurel,/ inconfundible/ ¿Cómo pudo trepar tan alto, la loca?/ Sorprendida comprendo que el amor es una virtud/ avara”, para terminar: “No sólo besos las palabras”.
Concluye con Minga. Pero a esa reunión sólo se dan cita los fantasmas y esa remembranza que azota insistente la memoria. Ya no es el paisaje o el poblado, sino “la casa de un día”, abarcando todos los sentidos hasta hacerlos uno en la “Insistencia de la casa metida bajo la piel/ como si yo, fantasma de ella,/ sombra que ya no existe.../ ni el patio ni el parral”.
Esa evocación tan íntima conlleva implícita cierta tristeza, la que arrastra todo aquello que sabemos para siempre patrimonio del ayer. Eso que nos hace pensar, con precaución, que “la vida vale la pena siempre y cuando”, porque la vida, en su avidez, consume nuestros días y “en la rueca de mi cuerpo/ hila su tiempo futuro”.

Villa Elvira

Villa Elvira
Carlos Aprea
Pixel Editora, 2014
Poesía, 58 pp.

por Rubén Sacchi

Las recientes noticias la han puesto en la pantalla de los noticiosos. La pusieron en palabras y en imágenes que, entre otras tantas, pueden parecer ajenas. El barrio, otra vez, azotado por las inundaciones. Sin embargo, quien se tope con los versos de Carlos Aprea, sentirá los paisajes como propios. Esa es la maravilla de la poesía, que nos hace ver que somos parte de una aldea, que es otra pero a la vez la nuestra.
Como reza la Nota Editorial: “una geografía sin más terruño que la hoja y sin más bandera que la tinta”.
Villa Elvira, el barrio del poeta, alberga historias que han protagonizado decenas de personajes: el botellero, quizás un pionero del reciclaje; el afilador, con su diminuta armónica girando la piedra
circular; el cura resentido y su pedagogía del dolor o el viejo borrachín que se quedó sin bares.
Los versos de Aprea son estocadas en forma de caricias; llegan hondo, laceran, pero aplican el bálsamo de la poesía para que el lector pueda, por ejemplo, recorrer la infamia de la violación y la aridez de la impunidad, sin morir en el desánimo.
Muy interesante trabajo, casi plástico, donde la maestría de la pluma dibuja estampas de la memoria.

Nadie tiene por qué saberlo

Nadie tiene por qué saberlo
Beatriz Mosquera
Ediciones Deldragón, 2014
Novela, 248 pp.

por Rubén Sacchi

La vieja sentencia “pueblo chico, infierno grande” cobra vigencia en este libro. La autora desarrolla la vida de una familia tradicional del interior de la Provincia, con todo lo que se ve y el vasto universo que se silencia. Un sitio donde sus habitantes se obstinan en que el tiempo sea un objeto tan estático como el mobiliario heredado de sus ancestros o, al menos, tan manejable como las cabezas de ganado que acorralan.
En un clima cargado de prejuicios y en el que todos se enteran de todo, el título Nadie tiene por qué saberlo es apenas una expresión de deseo. Una historia de amor homosexual es el detonante para que afloren las peores cualidades humanas, mientras el miedo al qué dirán supera al amor filial.
La trama se presta para que la escritora desarrolle una serie de ideas que pueden considerarse políticamente correctas, desde el actual progresismo; tal el caso del matrimonio gay, la opción religiosa por los pobres o el blanqueo de los trabajadores no registrados, por citar sólo algunos.
La novela muestra a los protagonistas como figuras grises, que van cobrando brillo y luz propia al enfrentarse a los puntos de ruptura del convencionalismo. Las viejas estructuras no pueden ya mantenerse
en pie y, necesariamente, deben dejar paso a otras aunque, como asegura la anciana doméstica Antonia, acerca de “las cosas inútiles: Una no sabe donde ponerlas y tampoco se anima a tirarlas”.
Sin embargo, en esta historia, muchos se arriesgan al llamado de los derechos individuales, llegando inclusive a romper los pactos de clase que sostienen a las capas dominantes. En esos casos, vale recordar la fábula del pollito que Mosquera desarrolla en la novela: el animalito a diario disfrutaba el alimento de su dueño. Cada día lo recibía feliz y, al verlo, una sonrisa invadía su alma. Hasta que un buen día, la mano que lo alimentaba decidió que era hora de romper su cuello.

¿Cómo vuelvo?

¿Cómo vuelvo?
de María Merlino
Adaptación de cuenos de Hebe Uhart
Sala: Santos 4040
Santos Dumont 4040, C.A.B.A.
Sábados (dos funciones) 20 y 22 hs.

por Rubén Sacchi

“Estoy acá, hablo con los maestros salteños, que me cuentan su pobre vida de allá, más pobre que la mía; escucho el altavoz y pienso que si en este lugar hay un mundo cuánto más habrá más allá, en todos lados, y ahora que estamos por volver, no hago más que preguntarme: ¿cómo vuelvo yo a mi pueblo?”, se pregunta la maestra rural y en esa pregunta hay un cosmos. No alude al transporte desde ese lugar a su casa, cosa (quizás la única) que tiene resuelta. Su interrogante refiere a esa mujer “otra” que vuelve de una experiencia iniciática, que transformó toda su manera de ver la vida y el mundo que la rodea.
El párrafo procede del cuento de Hebe Uhart que le da nombre a la pieza y que se enhebra magistralmente con otras tres narraciones de la escritora, Maestrita, Una se va quedando y Antonio Tormo, formando una estructura monolítica que logra una historia única, que puede mantener el hilo conductor sin fisuras.
El personaje inicia su carrera docente en el interior provinciano, ni bien egresa del normal, con la amplia visión que le da su condición de lectora voraz. Dispuesta a enfrentar con imaginación e idealismo un sistema educativo que parece pender de un esqueleto anquilosado, propone variantes y arriesga actividades novedosas; pero en ese contexto, su bagaje de estímulos le juega en contra y sólo logra que la consideren “desubicada” o propensa al “verbalismo”. De ahí, se inicia un derrotero por diferentes establecimientos con similares resultados, aunque siempre reconociendo, casi como una burla su “buena voluntad”.


María Merlino maneja muy bien las tensiones internas de un ser humano, que se disputan entre una educación tradicional y costumbrista y un mundo que intuye ancho, pero no tan ajeno. El cargo de verbalismo, que en la educadora puede parecer peyorativo, le sienta perfectamente a la actriz, que hace gala de una notable memoria, fiel a los textos que adapta. Claro que sería injusto no destacar la excelente composición que logra del personaje u obviar sus dotes líricas, que evidencia en algunas canciones que integran la obra.
La escenografía se compone de pocos elementos, que se escamotean tras bambalinas. Todo lo domina la proyección de videos panorámicos de paisajes campestres. Esas imágenes, casi estáticas, en donde sólo se desplaza algún que otro animal, sostienen la idea de una situación rígida e inamovible. El sonido que acompaña la imagen se basa en el viento y el piar de los pájaros, algo bucólico para el paseante pero demoledor en su repetición y monotonía para un alma inquieta.
Buen trabajo que interpela la educación pública y, por extensión, la clase de ciudadanía que a través de ésta busca edificarse. Por otra parte, muestra la puja interna de la mujer en su doble carácter de esposa y trabajadora buscando a tientas un sitio donde desarrollar su deseo y lograr su emancipación.


Actriz: María Merlino
Cuentos: Hebe Uhart
Adaptación teatral: María Merlino
Música y Banda sonora: Carmen Baliero
Dirección y Puesta en escena: Diego Lerman
Producción: Debora Staiff Co.
Productores: Nicolás Avruj - Diego Lerman
Iluminación: Iván Gierasinchuk – Miranda de Souza
Vestuario: Valentina Bari
Asistente de vestuario: Lili Piekar
Realización de Vestuario: Carmen Montecalvo
Peinado: Jorge Palacios
Escenografía: Diego Lerman
Prensa: Duche&Zárate (Walter Duche – Alejandro Zárate – Marcos Mutuverría)
Asistente de producción: Josefina Galeano
Ayudantes de Producción: Federico Quintana - Sonia Riobo
Video: Diego Lerman - Ivan Gierasinchuk
Post producción de Video: Josefina Castillo Carrillo
Coordinación de Post Producción: Carolina Juskoff