Pobre mariposa

Pobre mariposa
Mónica Soave
Umbrales Ediciones, 2015
Novela, 178 pp.

por Rubén Sacchi

Dos amigas. Dos vidas que en su sinuosidad se tocan y despegan, pero que transcurren tan cerca que permiten la intimidad absoluta. En ese vínculo se origina el pedido de una a que la otra acceda a sus cuadernos y diarios y a los de sus ancestros.
Una excelente excusa que utiliza la autora para desarrollar, a través de cuatro generaciones, historias de mujeres signadas por su tiempo. Vidas siempre difíciles que van encontrando, con mayor o menor acierto, la manera de ir abriéndose camino en la vida y en la búsqueda de la felicidad.
Allí hay mandatos sociales y familiares, ideas libertarias truncas, pobreza y alcohol. También la muerte del hijo: “mientras el Dios a quien le rezaban y la Virgen a quien le prendían velas permitían juntos ese atropello”.
Mónica Soave hace un trabajo de sastre. Maneja una serie de retazos aparentemente inconexos o no cronológicos y va confeccionando un pasado sólido.
Pobre Mariposa era la última canción que ponían en el club, allá por el 48, cuando terminaba el baile y las historias se sucedían dentro de la Historia, inexorablemente. Como marca de una época, dice la tía Delfina: “Le cortaron las alas a Teresa, le cercenaron la libertad, y lo peor es que ella no quiere darse cuenta, nunca pero nunca va a querer darse cuenta. Le enseñaron así, pobre mariposa”.

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