El gran libro del dandismo

El gran libro del dandismo
Honoré de Balzac, Charles Baudelaire y J.A. Barbey d’Aurevilly
Mardulce Ediciones, 2014
Ensayo, 360 pp.

por Rubén Sacchi

“Dandy, dandy,/ Where you gonna go now?” preguntaba Ray Davies, voz del grupo británico The Kinks en los lejanos 60. La canción formaba parte de una iconografía que no hacía más que abonar un mito erróneo, trasladando la figura del Dandy a un mujeriego de entonces.
El trabajo que nos ocupa viene a echar luz sobre el tema abordándolo a través de tres artículos escritos por Honoré de Balzac, Charles Baudelaire y J.A. Barbey d’Aurevilly. ¿Por qué estos tres franceses se ocuparon de un fenómeno social de la Inglaterra de los siglos XVIII y XIX? Porque el dandismo fue importado por Francia, sacudiendo los estratos más exquisitos de su sociedad.
Cada uno desde una óptica diferente, analiza lo que denominan La vida elegante. Balzac apela a un discurso que roza el sarcasmo sentenciando que “Desde que las sociedades existen, un gobierno ha sido siempre necesariamente un contrato de seguros concertado entre los ricos contra los pobres”.
Baudelaire, por su parte más crítico, hace un análisis del arte y a su través de la actitud de los artistas y el desapego de las cosas. La distancia que adopta un dandi, tomando como modelo al incógnito Monsieur G. y la pintura como objeto de estudio.
Finalmente, d’Aurevilly aporta un texto, si se quiere más analítico, tomando como prototipo a George Brummell; afirma que el dandismo deviene de la vanidad y rechaza su desarrollo francés acusándolo de falso pues, ya que lo distingue la originalidad, esta es inglesa. Arriesga una definición: “El dandismo es toda una manera de ser, y no se lo es solo por el lado materialmente visible. Es una manera de ser enteramente compuesta de matices, como siempre sucede en las sociedades muy antiguas y muy civilizadas (...) donde las convenciones apenas logran triunfar sobre el tedio” o, como agrega más adelante la resultante de “por un lado, un pueblo de una conducta rígida y, por el otro, la Imaginación, que reclamaba su derecho frente a una ley moral demasiado estricta para ser verdadera”.
Quizás, la aproximación más acertada a este movimiento burgués pertenezca a Lord Byron: “Es un acto de rebeldía contra la hipocresía social”.

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