Con el alma dividida

Con el alma dividida
Nahuel
Producción Independiente, 2015
Folklore, 11 pistas

por Rubén Sacchi

Cantaba don Atahualpa Yupanqui esa zambitatriste que musicalizó Nabor Córdoba y que se llamó La añera: “Cuando se abandona el pago/ y se empieza a repechar,/ tira el caballo adelante/ y el alma tira pa' trás”, y ese sentimiento de desgarro es el que sobrevuela el tema que nombra y abre el disco de Carlos Porcel de Peralta (Nahuel).
Con el alma dividida es un disco de canciones suaves en su melodía y profundo en sus letras. Además de temas propios, incluye media docena de poemas adaptados de otros grandes, como Alfredo Zitarrosa, Juan L. Ortiz, Jorge Boccanera y Juan Carlos Muñiz, que el cantautor musicaliza.
Buen compositor, Nahuel es un poeta con compromiso. Sus letras profundizan en la problemática social y política. Desde los desaparecidos hasta el desastre ecológico de Yaciretá, plasma en el paisaje cotidiano del
terruño la universalidad y la pertenencia “pequeña patria para el bolsillo/ del lado zurdo que no es casual”.
El trabajo participa de algunos invitados especiales, como Franco Luciani, Francisco Romero, Luis Mejía Godoy, Ignacio Copani y Diego Rolón, quien estuvo a cargo de la producción musical, grabación y mezcla. También intervinieron Federico Núñez, Agustín Barbieri, Néstor Acuña y Fernando Correa, quedando las
guitarras acústicas y criollas a cargo de Nahuel.

Sólo pido que sea presentable

Sólo pido que sea presentable
Mirta Ovsejevich
Ed. Deldragón, 2015
Novela, 120 pp.

por Rubén Sacchi

El libro, es la primera novela de la autora, aunque no su primer trabajo narrativo, ya que precedentemente ha experimentado el guión de largometraje cinematográfico.
De estilo fluido, pinta un personaje interesante: mujer en la cincuentena, hija de familia de tradición judía y posición burguesa, no se le conoce trabajo pero detenta un holgado pasar económico que proviene de la renta que le deja el alquiler de inmuebles. Reside en Las Cañitas y exhibe un buen abanico de frivolidades que van desde una colección de perfumes importados hasta el deambular entre centros de estética y alta costura y, si el nene aprueba, le paga un viaje al Caribe, allí no pierde oportunidad para decir que “en la Argentina las mujeres nos cuidamos mucho, (...) envejecer está mal visto” en obvia reducción del análisis a su clase social. Su entorno es acorde: la felicidad es en función del triunfo económico y su hija adolescente es una consumista compulsiva.
Sin embargo, acepta el devenir del tiempo con estoicismo, rechaza todo tipo de cirugías y tratamientos invasivos, dice: “el espejo es la ciencia al servicio de la realidad”. Su vida amorosa intenta ser independiente, pero encuentra el límite en el mandato paterno, que maneja su vida y pretende arreglar su segundo matrimonio con alguien de la colectividad. A partir de allí, una serie de acontecimientos le ponen sal a la historia y precipitan el final.

La que va

La que va
Patricia Díaz Bialet
Editorial Atuel, 2015
Poesía, 228 pp.

por Rubén Sacchi

Como en su anterior poemario, Agualava (Ed. Atuel, 2009), los poemas poseen sendos acápites y notas al pie. Estas sitúan en tiempo y espacio la experiencia que ofició de disparador del hecho poético, sin obedecer a un patrón determinado ni unidad cronológica alguna, lo que da al libro cierto carácter de antología de poesía selecta, pero no caprichosa, ya que también las citas pueden incorporarse al poema como parte integrante de él.
El trabajo conserva una unidad temática: el deseo, pero la variedad y riqueza de las figuras da conciencia de las infinitas formas que este puede adoptar. La metáfora es la gran invitada, prodigando figuras de gran belleza, tales como “me desenhebro del mundo”, de sencillez contundente.
El amor en todas sus formas se da cita, el audaz clandestino, en el que “la cama esculpe las fauces de sus huéspedes” o el del ocaso, donde “ya casi no hay sol en este atardecer en este pueblo en esta entrepierna”, pero siempre los sexos en igualdad de condiciones mostrando “ambas nervaduras de los falos”.
Omnipresente, el amante, es la suma del sentido, “sin él la vida será coartada insegura” porque es “faltante de todo lo áspero”, pero siempre renovado, ya que “lo letal consiste en creer que todo se repite”, pues “el amor será un hervor de flujos atávicos”.
Una frase de Gonzalo Rojas abre la segunda parte de la obra: “Inútil escribir y escribir,/ (...)/ ¿Para qué tanta tinta, si el mundo sólo nos pide fuego?”, sin embargo, a lo largo de más de 200 páginas, la poeta derrocha litros de tinta encendida; en actitud sacrificial, desafía: “Engarza tu colmillo en mí/ Yo me ofrezco”. En su derrotero amoroso, los hombres son hitos que conforman el mapa del cuerpo y comparten el goce con múltiples rostros pero en definitiva poseen una única identidad.
También pinta vivencias de sus primeros años, de la inocencia de los niños “que no saben/ que sabrán más adelante”. De los descubrimientos y pérdidas tempranas, de la terca juventud en los años de plomo. Tampoco olvida hablar de pérdidas, de adioses y de muerte, “porque el que muere se funde en el otro/ y nada holgadamente en sus fluidos”.

A qué sabe el deseo?

A qué sabe el deseo?
Daniel Reyes
Editorial Quelión, 2015
Poesía, 60 pp.

por Rubén Sacchi

En el primer poema, una larga enumeración intenta explicar lo que el título del volumen alude. Tan vasta y variopinta es la lista que lleva a la conclusión de formar una entelequia. Lo inexplicable del deseo, aún
con Freud, lleva al autor a asimilarlo al gusto, y la multiplicidad de tópicos conduce invariablemente al lector a una definición: es el sabor de la vida.
Daniel reyes concluye: “...cuatro manos que se agitan como banderas muertas/ sobre el campo de batalla”. Una batalla donde ambos contendientes comparten destino, declinando banderas, para acabar fundiéndose en un mismo final que los confunde y aúna.
Entre ese largo peregrinar de sabores, dulces y amargos, que contienen la imagen deseada, la distancia es de las más acerbas, en ella los amantes quedan “...muertos de olvido/ sin epitafios”. También la ausencia gravita en la densidad de los versos, la ausencia y la percepción de la relatividad del tiempo en el amor: “¿Cuántos días eran uno mientras nos bebíamos/ nuestros cuerpos?” y “...la distancia/ es un hueco oscuro en las entrañas”, cuando el deseo sabe a soledad.
El poeta, en definitiva, ensaya sobre esa pulsión vital y permanente que ocupa nuestras acciones y motoriza la vida.

Poesía Militante

Poesía Militante
Antología personal (1958-2014)
Saúl Ibargoyen
Editorial Serapis, 2015
Poesía, 124 pp.

por Rubén Sacchi

“Qué sangre encontrarás que sea/ solamente la tuya?”, tal es la línea rectora de la poética de Saúl Ibargoyen, vate de la vecina orilla que, como tantos otros de allí y de aquí, debió exiliarse para poder seguir escribiendo; se interroga: “Quién eres tú/ Después de todos los año/ Usados en pensarte?”.
El poeta, crítico del sistema capitalista imperante, arremete contra la farsa “Pensando en la Democracia/ Que a cada individuo da lo justo:/ Miseria coca-cola o dividendo” y desnuda a la clase política y eclesiástica disparandole duras metáforas, porque “Los templos masacran neuronas/ Y siegan orejas y torpes conciencias”.
Recorre pasados desolados, como el Japón devastado por la bomba atómica o los campos de concentración nazis, pero su palabra se emparenta en tiempo y geografía cuando, rememorando las jornadas de diciembre de 2001 en Argentina, pregunta: “¿Quién se pondrá/ la ropa rajada de los muertos?”. También denuncia, a través de la catástrofe de Haití, el “pretexto de conquista actualizada” encarado por las Naciones Unidas y la hipocresía del aséptico televidente con su “lamento vacío en pantallas sangrientas”.
En estas páginas no encontraremos la palabra dicha desde un pedestal, el hombre habla desde el llano y se confunde entre otros hombres, aprehende de ellos cuando determina: “Debo salir a buscar entre nosotros/ El alimento que todos necesitan”. Se carga de desesperanza cuando afirma que “en los fulgurantes fotones de cada mañana/ Hay coágulos de luto que no dejan de caer”, para inmediatamente decidir que “Ni existen soberbios poderes/ Que un viento de abajo no destruya”, en relación al genocidio en Palestina.
Poesía militante, un título tan directo disparado al corazón de una sociedad frívola y desideologizada, nombra un libro necesario contra esa corriente de pensamiento que nos habla de la felicidad hueca, para unos pocos seres humanos, mientras a nuestro alrededor “Suceden niños con ojos/ Adónde nunca llegará el mar”.

Pequeño circo casero de los hermanos Suárez

Pequeño circo casero de los hermanos Suárez
de Gonzalo Demaría
Sala: AB del Centro Cultural Gral. San Martín
Sarmiento 1551, CABA
Martes y miércoles 21 hs.
(Hasta el 2 de diciembre)

por Rubén Sacchi

“Circo, circo/ de los hermanos Suárez./ Circo, circo/ pero sin malabares”, sincera el jingle que el elenco en pleno canta y musicaliza agregando la ausencia de leones, payasos o equilibristas, y es que el pequeño circo casero no es más ni menos que la vida en un pueblito perdido de la mano de Dios; o simplemente la vida, a secas.
Tras la estructura circense, la obra expone una terrible historia de vida que, de no ser por lo desopilante de los cuadros arrancaría más de una lágrima y haría del público pura congoja, cosa inevitable en toda historia de perdedores que no se contrapese con un formato de comedia.
Cada uno a su vez relata el devenir de la familia Suárez, o lo que sobrevive de ella: dos hermanos que hace años no se ven y, acorde a sus diferentes capacidades y sentires, desarrollaron vidas muy distintas en apariencia. Ambas, sin embargo, signadas por la miseria, la violencia y la carencia de afectos.
El retorno del hermano mayor sacude el precario esquema fraternal y fuerza un desenlace donde la impronta de un padre golpeador y alcohólico, más una madre sometida y desalmada ocupan una presencia casi concreta y ejercen, aún después de muertos, un poder real en la familia.
La obra emite opiniones diversas, desde la violencia doméstica y de género hasta la policial. También se toma un tiempo para hablar de la institución familiar, la amistad y la fidelidad. Aporta, además, una mirada sobre la propiedad privada y la relación con el mundo animal, siendo los perros una metáfora siempre presente y de diversa interpretación.
El trabajo actoral es destacable y parejo, de gran versatilidad. Es notable el manejo de la voz de Gonzalo Suárez, Calandria, que logra atrapar la atención de la audiencia con sus desafinados trinos. La puesta, con gran economía de elementos, cumple muy bien con la dualidad que se propone: circo-pueblo, y el sonido e iluminación la acompañan y resaltan de manera correcta.
En síntesis, una interesante propuesta, tanto divertida como profunda, por la que vale la pena apostar.

Elenco:

Fernando Sansiveri: Maestro de Ceremonias
Matías Teres: Cirquito
Marita Ballesteros: Gladys
Gonzalo Suárez: Calandria
Luciano Castro: José Suárez
Marco Antonio Caponi: Andrés Suárez

Ficha tecnica:

Asistente de Dirección: Martín Coman
Producción: María Vélez
Realización Escenografía: Agustín Garbellotto
Realización Vestuario: Ana Chispy Leiva
Diseño Iluminación: Gonzalo Córdova
Música Original: Gerardo Gardelín
Dirección de Arte: Eugenio Zanetti
Prensa: DucheZarate
Dirección: Luciano Cáceres

Desde el aire

Desde el aire
Mariela Ghenadenik
Díaz Grey Editores, 2012
Novela, 150 pp.

por Rubén Sacchi

Hay diferentes tipos de violencia, puede ser física o verbal; también psicológica. Se puede desarrollar en el ámbito social, laboral o sexual. En Desde el aire, el lector asiste a todas esas variantes, con la carga de perversión y sumisión que suelen conllevar tales situaciones. La protagonista argumenta: “Una vez, un vendedor de rezagos militares le dijo que los seres humanos se acostumbran a todo”.
La novela es la historia de Laura, una joven mujer con la autoestima apenas visible, que soporta un trabajo absurdo bajo la tiránica dirección de Malena, una encargada perversa. Completa el cuadro una relación amorosa en la que “sólo podía haber persianas bajas por donde se colara la luz sobre un secreto”. Una infidelidad que justifica casi filosóficamente: “Mantener dos identidades no es una estafa, es tal vez la sincera expresión de quien necesita vivir dos vidas que suceden a la par, para ser algo más que un testigo sedentario del paso del tiempo”.
Para Laura, todo transcurre como en una película ya filmada, mientras se dice que “si la vida no tuviera música de fondo todo sería menos interesante”. Pero siempre ocurre algo que puede torcer el curso de nuestra historia, algo que confirma que “hay personas que vuelven a visitar ciudades, que miran otra vez una película o reviven un amanecer sólo para ver la emoción en los ojos del otro”.

Abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes

Abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes
Eva Giberti
Noveduc Ediciones, 2015
Ensayo, 392 pp.

por Rubén Sacchi

El antiguo texto de La Biblia, en su capítulo 18, versículo 16 del Evangelio según San Lucas, pone en boca de Jesús la siguiente frase: “...Dejad que los niños vengan a mí y no se lo prohibáis, que de ellos es el reino de Dios...”. La realidad, sobre todo luego de la condena a 15 años de prisión del sacerdote Julio Grassi, por abuso sexual infantil y corrupción de menores, lejos no pone de esa paternal y dulce frase.
De lo que hace años no se hablaba, y hasta en tiempos era visto como un hecho cultural socialmente aceptado o tolerado, hoy se lo cuestiona duramente, así como a los estudios internacionales que “pueden (...) propiciar la adaptación al mundo del cual surgen las victimizaciones”. Máxime, en un sistema como el capitalista, donde “cuerpo, sensaciones y geometrías conflictuales tejen una urdimbre compleja e indeterminada que cementa todo el edificio y las bases de las relaciones sociales”.
En este volumen, la psicóloga, investigadora y docente Eva Giberti aborda una problemática cada vez más presente en la sociedad actual como tan difícil de erradicar. Es un texto enfocado para profesionales, que sin embargo resulta accesible y esclarecedor para el común de los lectores, acercando no sólo análisis de situaciones abusivas sino también buena cantidad de propuestas terapéuticas y de acompañamiento de las víctimas.
Los motivos que mueven al abusador; las leyes y sus falencias; el niño como objeto de deseo y una justicia incapaz de comprender su psiquismo; la problemática de la denominación del delito, que lo cataloga equívocamente y lo uniforma; las complicidades sociales o intrafamiliares; las falacias comúnmente aceptadas, como la del abusado-abusador o el estudio de la etimología para entender históricamente la aplicación de un vocablo en un contexto determinado, son abordados y analizados en profundidad, coincidiendo con la conclusión que expresara Carlos Marx en las Tesis sobre Feurbach: “Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo de diversos modos, pero de lo que se trata es de transformarlo”.
La autora revisa también los cuentos de la llamada literatura infantil, sus modificaciones a través de los años y la versión light que llega a nuestros días, desvirtuando la imagen del mundo que se entrega a los niños. Lo hace desde la convicción de que “...escribir, como pronunciar la palabra, inicia un circuito de poder”.
En definitiva, una temática difícil de encarar, a la que evitamos como molesta, pero imprescindible si deseamos que las cosas se modifiquen en orden a las palabras de Paolo Virno “Otro mundo es posible. Nosotros, los seres humanos, oscilamos entre un exceso de lo pulsional y la categoría de lo posible”.

De tapas

De tapas
Autores varios
Ediciones de la Biblioteca Nacional, 2015
Ensayo, 80 pp.

por Rubén Sacchi

“Sobre nosotros ya es primavera ¿no es un milagro que pese a nuestra estupidez de humanos la vieja tierra siga floreciendo, coronel?”. Esta frase, que refiero de memoria, es acopio de mi adolescencia, cuando las revistas de historietas daban sustento a mi incipiente hábito de la lectura. Hoy, entre miles de libros, aún conservo muchos de aquellos ejemplares del, a mi criterio, mal llamado género menor. La cita, creo recordar, pertenece al guionista Ray Collins, pseudónimo de Eugenio Zappietro, un joven policía que a finales de la década del 50 comenzó su carrera en los cuadritos, llegando a dirigir el museo policial.
Pero esa es sólo una de las miles de historias que ocultan las historietas. ¿Quién, que haya vivido su juventud en los 60 ó 70, no disfrutó de las historias que aparecían en las conocidas revistas mexicanas, aquellas con la banderita SEA o la estrella ER? ¿Quién de ellos no fue a una feria barrial, al puesto de revistas usadas, a canjear -2x1- o comprar algún número que le faltara?
La historia de las revistas, no sólo de historietas, tiene una profusa trayectoria vernácula. Desde principios de siglo, publicaciones tales como Pulgarcito o PBT (1904), Los niños terribles (1908) o la primera Billiken, aparecida el 17 de noviembre de 1919, hasta la amplia variedad que hoy tapiza los anaqueles de los kioscos, las revistas formaron parte de la vida cotidiana como un hijo bastardo de la cultura.
Ese desprestigio, quizás debido a la masividad de su circulación (Editorial Columba tiraba 250 mil ejemplares semanales de sus álbumes de historietas) o a su costo reducido, restaba atención para apreciar el arte contenido en ellas. Basta saber leerlas para enterarse de las vicisitudes que se vivieron en las diferentes épocas, pero también para disfrutar a verdaderos artistas que engalanaban las tapas con sus trabajos. Hoy, la Biblioteca Nacional lanza una publicación que intenta rescatar aquel acervo, se trata de De tapas, cuyo primer número apareció en agosto pasado y es de distribución gratuita.

Viento Ritual

Viento Ritual
(Audiolibro)
Carlos Splausky
Edición de Autor, 2014
Poesía, 37 pistas.

por Rubén Sacchi

Reza el interior de la carátula: “El poeta chaqueño Carlos Splausky, de reconocida trayectoria en las letras argentinas es comparable a los grandes hacedores de la literatura universal. Caudaloso en imágenes y metáforas, sin precedentes en la poesía lírica”. Una definición acertada, pero que sólo refiere a las formas que hacen su poesía. Para ser justos, habría que hablar del compromiso que sus versos arrastran y que juegan, sin lugar a dudas, una carta fuerte en el posicionamiento que el intelectual, consustanciado con su tiempo, debe asumir de manera valiente y clara.
En este trabajo, el cantautor misionero Ramón Ayala, no sólo pone el acompañamiento, sino también la voz en las tres primeras pistas -entre ellas la que da nombre al disco-, de un total de 37, dejando el resto en manos del poeta y gran declamador Carlos Splausky.
Con temáticas diversas, desde la sencillez del amor, como en Los pájaros, hasta la problemática ambiental, denunciando la destrucción del planeta mediante la contaminación, en La Pachamama, poema con fondo de plegaria mapuche, el vate da testimonio de la comunión del hombre con su entorno, pero también con su semejante, porque si algo hay para salvar es la existencia toda, ya que nada es en solitario y quien no lo ve así es un suicida.
El compacto tiene una presentación delicada, que incluye un retrato del poeta, cuya autoría pertenece al prestigioso artista plástico Carlos Terribili. También incluye una completa información de los responsables
de su factura.
Además del equipo técnico, en Viento Ritual participan, además de Ayala, Trabuco González en primera guitarra; Jorge Rosales y Marcos Ruiz Iriarte, en guitarra base; Mauricio González, en piano; Quique Ponce, en bandoneón; Abel Rodríguez, en acordeón; Stella Correa, en accesorios; Fabián Villalba, Alejandro Marchesotti, Marcelo Frezia y Gabriel Moyano, en percusión; Ariel González y Pablo González, en bajo, quedando el coro a cargo de Andrea González y Roberto Galean.

Teatro de la palabra

Teatro de la palabra
Araceli M. Arreche
La Campana Sumergida Editorial, 2015
Teatro, 360 pp.

por Rubén Sacchi

Para quienes solemos asistir al teatro, el nombre de Araceli Arreche no nos resulta indiferente. Dramaturga de notable trayectoria, también ha ejercido la docencia en numerosos establecimientos de altos estudios.
También debe reconocerse su compromiso con los derechos humanos, y sobre todo su participación en los ciclos de Teatro por la Identidad, creados como eventos de apoyo a la lucha que las Abuelas de Plaza de Mayo llevan adelante en pos de lograr la restitución de los niños apropiados durante la pasada dictadura.
La autora, con varios libros publicados, hoy nos obsequia con la edición de una nueva antología, compuesta de seis piezas teatrales en edición bilingüe, castellano polaco, en las que subyace la temática de la identidad.
Karina Giberti escribe, A modo de presentación: “Aproximarse a la obra de Araceli Mariel Arreche significa ingresar en un territorio en el que, como bien se indica en el título de la presente antología y en el encabezado de esta breve introducción, la palabra adquiere un lugar primordial; devela y oculta, se reinventa generando climas diversos y nos sumerge como lectores (y espectadores) en un mundo distinto aunque tan cercano”.

Poemas de Bismuto

Poemas de Bismuto
Cecilia Vilches
Edición de Autor, 2015
Poesía, 20 pp.

por Rubén Sacchi

El diccionario lo define como un metal sólido de color blanco agrisado con tinte rojizo. No obstante, sus cristales reflejan un sinnúmero de colores. Quizás por ello, la poeta haya decidido esa pluralidad de facetas para representar su poesía.
Cecilia Vilches derrama al mundo “el agua de nuestra fantasía”. Para ello es preciso entrar en el misterioso mundo de los sueños, donde el amor arde como una hoguera y el pasado, bucólico, recorre un paisaje provinciano en el que “los deseos aguardaban en los panaderos”.
En esa experiencia onírica, asume la totalidad del cuerpo como un todo en sí mismo. Un universo sobre el Universo que lo continúa y completa, “Las dunas de la piel sobre la arena”. Luego, con la vigilia, habrá que buscar otra magia con la experiencia acumulada: “Viajé sin moverme/ ahora soy distinta”.
En este nuevo estado, los colores y sus sendas representaciones cobran protagonismo, desde un amarillo que arrastra la herencia familiar “que te tejieron las arañas, los abuelos” hasta un verde, que describe una identidad y la comunión con el mundo.
Profunda e íntima, la obra de la poeta compone un arcoiris de pasiones.

Encontradas y perdidas

Encontradas y perdidas
Andrea J. Larrieu
Viajera Editorial, 2014
Cuento, 96 pp.

por Rubén Sacchi

Ocho títulos integran este libro y relatan otras tantas historias de mujeres con sus dramas y su lucha cotidiana por la felicidad, en un universo de hombres donde el poder las sojuzga.
También, Encontradas y perdidas es un libro que muestra una nueva visión del mundo, donde la mujer logró ocupar un espacio que no está dispuesta a abandonar y que conlleva no pocas contradicciones con el ideal para el que fueron educadas.
El título invierte el paradigma, ya que lo que se encuentra debe perderse primero. Las protagonistas del libro se encuentran a sí mismas a partir de duras pérdidas; como si la adversidad fuese un
rito iniciático en el que descubren su potencial y se sobreponen a las circunstancias, intentan, como nos dice el primer relato, “recuperar las ilusiones que nunca pude sacar de la valija”.
Algunas historias revelan una lucha evidente, como la mujer golpeada de Ruidos; la maestra enferma de cáncer, en Ella o la trata, en Un témpano de hielo. Otras, son más introspectivas, de tormentas interiores, como El otro y la aparición de un extraño tercer ojo de la conciencia. Aquellas y éstas hacen de este primer libro de Andrea Larrieu un trabajo con promesa de futuro.

Actas del naufragio

Actas del naufragio
Claudio Simiz
ArbolAnimal Ediciones, 2014
Poesía, 36 pp.

por Rubén Sacchi

El mar es el sitio último. No el final, sino aún la permanencia en el absoluto. Allí se funden todos los ríos de la tierra y esa metáfora puede encerrar el postrer intento de alcanzar lo soñado.
Claudio Simiz recrea en su poesía a un avezado marino que, tras otear el
horizonte, se larga a la mar en su búsqueda. En su ruta, es sorprendido por la tempestad y el naufragio es inevitable. Pero el navegante y su rumbo no son sino figuras que representan la vida y su objetivo final: el amor.
Actas del naufragio es un libro del amor perdido, o jamás hallado, pero
nunca del desamor, pese a los pactos con la Muerte que nos dejan “sonriéndole a la nada”. Expresa el destino de quien deriva errático porque echó por la borda su astrolabio.
La vieja duda shakesperiana del ser o no ser se traduce en “qué hacer con la memoria” o sin ella, mientras en Derroteros I, desarrolla una especie de curva de la sabiduría.
“Preferimos creer/ (..)/ que la voz nos traduce”, declara el poeta, y en esa idea nos entrega estos versos, simples “lazos obstinados del corazón y la memoria”.

ávido don

ávido don
Claudia Schvartz
Editorial Leviatán, 2008
Poesía, 80 pp.

por Rubén Sacchi

Difícil empresa resulta el intento de describir la poesía de ávido don. Es una sucesión de imágenes que se enhebran generando ideas. Cada quien verá su paisaje y la convertirá, de esa manera, en universal. Pero si algo transmiten estos versos, es la simbiosis de la poeta con lo natural, la vida en sí misma que la contiene y, a la vez, es comprendida.
Claudia Schvartz nos entrega una sucesión de días, con sus amaneceres, ocasos y noches;su maravilla y sus temores. La existencia y sus conflictos: el devenir de las horas y las cuestiones de los hombres. Ninguno escapa a una visión abarcadora y a la vez introspectiva, inundan los ojos y el alma del lector componiendo, como su autora rotula, el don de la avidez.
El libro, sutil viaje a la nostalgia, se divide en cinco partes y comienza con un viento que resulta amigable, Nordeste, ráfaga que “pronuncia un paisaje en movimiento”. Le sigue Eco, donde la palabra, cual piedra, es arrojada al pasado y su rebote arrastra los recuerdos; continúa Almácigo, que guarda, como semillas, los objetos de antaño y “una fiebre de vivir la última hora”. Schvartz rememora los días en un ambiente pueblerino, quizás parte de su infancia, donde “desde las casas el cierto perfume de la sopa” proporciona la calidez del hogar y una “luminosa baba que un caracol traza/ en la cal del mojón”, lleva a valorar la gigantesca pequeñez...o la tenacidad del amor, expresando “Dulce corazón empedernido/ qué rápido la noche, qué larga el hambre”.
Continúa con Notas para un poema, hecha de pequeñas frases, cual pétalos de una gran flor; profundos, deslumbrantes, solidarios, “Siente una repugnancia casi religiosa ante el dolor ajeno”. Pertinaz observadora de la naturaleza, cual humilde discípulo ante el sabio maestro, reflexiona “En lo alto de la enramada, la flor rosa del laurel,/ inconfundible/ ¿Cómo pudo trepar tan alto, la loca?/ Sorprendida comprendo que el amor es una virtud/ avara”, para terminar: “No sólo besos las palabras”.
Concluye con Minga. Pero a esa reunión sólo se dan cita los fantasmas y esa remembranza que azota insistente la memoria. Ya no es el paisaje o el poblado, sino “la casa de un día”, abarcando todos los sentidos hasta hacerlos uno en la “Insistencia de la casa metida bajo la piel/ como si yo, fantasma de ella,/ sombra que ya no existe.../ ni el patio ni el parral”.
Esa evocación tan íntima conlleva implícita cierta tristeza, la que arrastra todo aquello que sabemos para siempre patrimonio del ayer. Eso que nos hace pensar, con precaución, que “la vida vale la pena siempre y cuando”, porque la vida, en su avidez, consume nuestros días y “en la rueca de mi cuerpo/ hila su tiempo futuro”.

Villa Elvira

Villa Elvira
Carlos Aprea
Pixel Editora, 2014
Poesía, 58 pp.

por Rubén Sacchi

Las recientes noticias la han puesto en la pantalla de los noticiosos. La pusieron en palabras y en imágenes que, entre otras tantas, pueden parecer ajenas. El barrio, otra vez, azotado por las inundaciones. Sin embargo, quien se tope con los versos de Carlos Aprea, sentirá los paisajes como propios. Esa es la maravilla de la poesía, que nos hace ver que somos parte de una aldea, que es otra pero a la vez la nuestra.
Como reza la Nota Editorial: “una geografía sin más terruño que la hoja y sin más bandera que la tinta”.
Villa Elvira, el barrio del poeta, alberga historias que han protagonizado decenas de personajes: el botellero, quizás un pionero del reciclaje; el afilador, con su diminuta armónica girando la piedra
circular; el cura resentido y su pedagogía del dolor o el viejo borrachín que se quedó sin bares.
Los versos de Aprea son estocadas en forma de caricias; llegan hondo, laceran, pero aplican el bálsamo de la poesía para que el lector pueda, por ejemplo, recorrer la infamia de la violación y la aridez de la impunidad, sin morir en el desánimo.
Muy interesante trabajo, casi plástico, donde la maestría de la pluma dibuja estampas de la memoria.

Nadie tiene por qué saberlo

Nadie tiene por qué saberlo
Beatriz Mosquera
Ediciones Deldragón, 2014
Novela, 248 pp.

por Rubén Sacchi

La vieja sentencia “pueblo chico, infierno grande” cobra vigencia en este libro. La autora desarrolla la vida de una familia tradicional del interior de la Provincia, con todo lo que se ve y el vasto universo que se silencia. Un sitio donde sus habitantes se obstinan en que el tiempo sea un objeto tan estático como el mobiliario heredado de sus ancestros o, al menos, tan manejable como las cabezas de ganado que acorralan.
En un clima cargado de prejuicios y en el que todos se enteran de todo, el título Nadie tiene por qué saberlo es apenas una expresión de deseo. Una historia de amor homosexual es el detonante para que afloren las peores cualidades humanas, mientras el miedo al qué dirán supera al amor filial.
La trama se presta para que la escritora desarrolle una serie de ideas que pueden considerarse políticamente correctas, desde el actual progresismo; tal el caso del matrimonio gay, la opción religiosa por los pobres o el blanqueo de los trabajadores no registrados, por citar sólo algunos.
La novela muestra a los protagonistas como figuras grises, que van cobrando brillo y luz propia al enfrentarse a los puntos de ruptura del convencionalismo. Las viejas estructuras no pueden ya mantenerse
en pie y, necesariamente, deben dejar paso a otras aunque, como asegura la anciana doméstica Antonia, acerca de “las cosas inútiles: Una no sabe donde ponerlas y tampoco se anima a tirarlas”.
Sin embargo, en esta historia, muchos se arriesgan al llamado de los derechos individuales, llegando inclusive a romper los pactos de clase que sostienen a las capas dominantes. En esos casos, vale recordar la fábula del pollito que Mosquera desarrolla en la novela: el animalito a diario disfrutaba el alimento de su dueño. Cada día lo recibía feliz y, al verlo, una sonrisa invadía su alma. Hasta que un buen día, la mano que lo alimentaba decidió que era hora de romper su cuello.

¿Cómo vuelvo?

¿Cómo vuelvo?
de María Merlino
Adaptación de cuenos de Hebe Uhart
Sala: Santos 4040
Santos Dumont 4040, C.A.B.A.
Sábados (dos funciones) 20 y 22 hs.

por Rubén Sacchi

“Estoy acá, hablo con los maestros salteños, que me cuentan su pobre vida de allá, más pobre que la mía; escucho el altavoz y pienso que si en este lugar hay un mundo cuánto más habrá más allá, en todos lados, y ahora que estamos por volver, no hago más que preguntarme: ¿cómo vuelvo yo a mi pueblo?”, se pregunta la maestra rural y en esa pregunta hay un cosmos. No alude al transporte desde ese lugar a su casa, cosa (quizás la única) que tiene resuelta. Su interrogante refiere a esa mujer “otra” que vuelve de una experiencia iniciática, que transformó toda su manera de ver la vida y el mundo que la rodea.
El párrafo procede del cuento de Hebe Uhart que le da nombre a la pieza y que se enhebra magistralmente con otras tres narraciones de la escritora, Maestrita, Una se va quedando y Antonio Tormo, formando una estructura monolítica que logra una historia única, que puede mantener el hilo conductor sin fisuras.
El personaje inicia su carrera docente en el interior provinciano, ni bien egresa del normal, con la amplia visión que le da su condición de lectora voraz. Dispuesta a enfrentar con imaginación e idealismo un sistema educativo que parece pender de un esqueleto anquilosado, propone variantes y arriesga actividades novedosas; pero en ese contexto, su bagaje de estímulos le juega en contra y sólo logra que la consideren “desubicada” o propensa al “verbalismo”. De ahí, se inicia un derrotero por diferentes establecimientos con similares resultados, aunque siempre reconociendo, casi como una burla su “buena voluntad”.


María Merlino maneja muy bien las tensiones internas de un ser humano, que se disputan entre una educación tradicional y costumbrista y un mundo que intuye ancho, pero no tan ajeno. El cargo de verbalismo, que en la educadora puede parecer peyorativo, le sienta perfectamente a la actriz, que hace gala de una notable memoria, fiel a los textos que adapta. Claro que sería injusto no destacar la excelente composición que logra del personaje u obviar sus dotes líricas, que evidencia en algunas canciones que integran la obra.
La escenografía se compone de pocos elementos, que se escamotean tras bambalinas. Todo lo domina la proyección de videos panorámicos de paisajes campestres. Esas imágenes, casi estáticas, en donde sólo se desplaza algún que otro animal, sostienen la idea de una situación rígida e inamovible. El sonido que acompaña la imagen se basa en el viento y el piar de los pájaros, algo bucólico para el paseante pero demoledor en su repetición y monotonía para un alma inquieta.
Buen trabajo que interpela la educación pública y, por extensión, la clase de ciudadanía que a través de ésta busca edificarse. Por otra parte, muestra la puja interna de la mujer en su doble carácter de esposa y trabajadora buscando a tientas un sitio donde desarrollar su deseo y lograr su emancipación.


Actriz: María Merlino
Cuentos: Hebe Uhart
Adaptación teatral: María Merlino
Música y Banda sonora: Carmen Baliero
Dirección y Puesta en escena: Diego Lerman
Producción: Debora Staiff Co.
Productores: Nicolás Avruj - Diego Lerman
Iluminación: Iván Gierasinchuk – Miranda de Souza
Vestuario: Valentina Bari
Asistente de vestuario: Lili Piekar
Realización de Vestuario: Carmen Montecalvo
Peinado: Jorge Palacios
Escenografía: Diego Lerman
Prensa: Duche&Zárate (Walter Duche – Alejandro Zárate – Marcos Mutuverría)
Asistente de producción: Josefina Galeano
Ayudantes de Producción: Federico Quintana - Sonia Riobo
Video: Diego Lerman - Ivan Gierasinchuk
Post producción de Video: Josefina Castillo Carrillo
Coordinación de Post Producción: Carolina Juskoff

Literatura y Revolución

Literatura y Revolución
León Trotsky
Ediciones Razón y Revolución, 2015
Ensayo, 882 pp.

por Rubén Sacchi

La cubierta del libro lo declara de autoría de H. P. Lovecraft, más precisamente, el volumen de Caralt Editor de la novela El que acecha en el umbral. Dentro, la realidad es otra: es la edición de 1974 de Literatura y revolución, de León Trotsky, cuyo responsable fue El Yunque Editora.
Esa particularidad no obedecía a un error del encuadernador, se trataba de ejemplares que circulaban durante la dictadura y eran más permeables a una requisa rápida.
Por entonces, ese era el volumen accesible, ya que la edición de Jorge Alvarez, si bien cercana en el tiempo, era casi una rareza. Con la vuelta de la democracia hubo algunas otras versiones pero todas mantuvieron, más o menos, el mismo contenido. Eso hasta la aparición del presente libro, un trabajo exhaustivo de investigación y sumo respeto por la obra del revolucionario ruso.
No es un dato menor a tener en cuenta que esta traducción haya sido hecha directa del original ruso, y mucho menos lo es el hecho de que se haya reproducido su totalidad, incluyendo una segunda parte, obviada en absolutamente todas las ediciones anteriores en nuestro idioma. En la Nota preliminar, escribe Alejandro Ariel González, su traductor: “una mirada atenta nos permitiría constatar que es más bien poco lo que conocemos sobre Literatura y revolución. Por descuido, por negligencia o por precipitación, las ediciones castellanas de este libro han ignorado (...) aspectos, que resultan fundamentales para el lector interesado en saber si está ante una traducción completa, fidedigna, confiable del original”.
Tenemos por fin a disposición un panorama completo de la visión que Trotsky tenía de la cultura en general y de la literatura en particular, con una puesta en contexto y el desarrollo histórico que las letras rusas atravesaron de acuerdo a que la pluma estuviese en manos de la oligarquía, la burguesía o el pueblo; y la importancia que esgrimían dentro del proceso revolucionario. Escribe el autor: “...el desarrollo del arte es la prueba suprema de la vitalidad e importancia de cada época”.
El trabajo incluye, además de un extenso estudio preliminar, una serie de artículos, notas y correspondencia desarrollados a través de su vida, muchos de ellos redactados en el exilio. Entre escritos sobre literatura, hay otros que tratan del cine o la pintura y hasta puede leerse el manifiesto Por un arte revolucionario libre, escrito en colaboración con el escritor surrealista francés André Bretón, como muestra de la diversidad de tópicos que la mente lúcida y ávida de conocimientos de Trotsky abordaba.

Perros

Perros
Patricio E. Torne
Editorial Revistas Callejeras, 2010
Poesía, 42 pp.

por Rubén Sacchi

Un epígrafe de Carlos Marx y Federico Engels define la poesía y la vida de Patricio Torne: “Si el carácter del hombre se forma por las circunstancias, hay que hacer, por consiguiente, que las circunstancias sean humanas”. Para la primera aseveración, sólo basta leer estos versos llenos de amor, lucha y esperanza; para la segunda, hay que echar una mirada a la vida del autor que, coherentemente con su palabra, dejó jirones en la lucha contra la explotación del hombre por el hombre, a la que históricamente son arrojados la mayoría de los seres humanos por una minoría inescrupulosa que detenta el poder.
Patricio Torne, miembro del P.R.T.-E.R.P., fue parte de aquellas gaviotas blindadas que las fuerzas represivas encerraron, entre otros, en el penal de Rawson, por enfrentar al ejército opresor. Aquellos militantes, por analogía con la sigla de su organización, fueron denominados perros y ¿qué mejor metáfora
para definir a quien ofrece su vida y su libertad sin pedir nada a cambio, que la del mejor amigo del hombre? esos que son “tan fieles a su condición/ que del respeto/ al amor por ellos,/ hay un solo paso”.
A través de las páginas describe la gesta guerrillera, con sus victorias y fracasos, sus penas y alegrías. Donde puede hallarse la actitud consecuente en perros a los que “tendrán que atarlos,/ porque hay cierta rabia/ con la que no hay/ vacuna que/ valga”, pero también “la traición” que “es más eterna que/ cualquier revolución”.
Su poesía, plena de pasión, describe el momento de la muerte: “Esta bala sólo atravesó mi espalda./ (...)/ Un hueco es ahora/ donde habré de perder/ el aire camino al purgatorio”, pero en ella también habla de todas las muertes, de la universalidad humana: “Nada más que a mí me afecta,/ y en mí -con toda humildad- al mas vasto universo”.
En una analogía cinematográfica, retrata la muerte en enfrentamiento de Mario Santucho, máximo dirigente de la organización: “En la escena final,/ antes de los créditos,/ donde tu partida/ será la marca/ diciendo/ cómo hasta el último instante/ es posible batir al enemigo”.
Perros es un libro que habla de una derrota, pero rechaza los cantos de sirena de la burguesía, declama: “ya no tengo claridad./ Pero si es por este hueso,/ no es el amo que yo quiero”.

Vida Retirada

Vida Retirada
Jorge Andrade
Umbrales Ediciones, 2014
Novela, 588 pp.

por Rubén Sacchi

El hombre entra a un baño público callejero supuestamente seguro, pero no sale. A partir de allí, mientras la esposa aguarda su regreso, él comienza una nueva vida.
Reza un proverbio árabe: “Si en la tierra hay un cielo, es éste, es éste, es éste”. Todos buscamos ese sitio, procuramos su hallazgo sin mayores éxitos... más insistimos. Ese era el horizonte de Paco, un castellano de Cuenca que no se conformaba con su destino pueblerino.
Cuando una persona provoca en su vida un cambio radical, no se sabe si lo que busca es aquel paraíso o huye de un infierno. Pero Paco, como el personaje del film del suizo Alain Tanner, El hombre que perdió su sombra, es un hombre felizmente casado, con dos hijos y un empleo no mal pago. Sin embargo, abandona todo eso para sumarse a un nuevo grupo de pertenencia, una troupe de marginados que viven en las catacumbas parisinas.
Escribía Fray Luis de León, en su Oda a la vida retirada: “¡Que descansada vida/ la del que huye del mundanal ruido...!”, claro que eso podría haber sido para un fraile del siglo XVI, en cambio, quienes hoy busquen ese paraíso, deben saber que allí habita la serpiente. Nada es perfecto, y el espacio y la tranquilidad deben disputarlo con los clochards, una legión de harapientos y malolientes cirujas, organizados casi al estilo de la mafia en un sistema kafkiano que pone una buena cuota de humor a la novela.
Por debajo de esta trama, hay un mensaje fundamentalmente ecológico, ya que plantea una vida medianamente disipada que se logra echando mano a los desechos de la sociedad capitalista. Es un verdadero canto al reciclaje. No sólo expresa esa realidad, también arremete contra el trabajo esclavo y las mafias de los laboratorios que especulan con el consumo de medicamentos.
En definitiva, una buena historia que atrapa, pero con un punto débil: el uso excesivo de otras lenguas que, si bien le procuran un clima cosmopolita acorde a las diversas nacionalidades que conforman el grupo, limitan el número de lectores que pueden acceder a una comprensión del texto sin la complicación de contar con varios diccionarios a mano.

Breve y verídico relato sobre tres décadas de convivencia con un pueblo neolítico

Breve y verídico relato sobre tres décadas de convivencia con un pueblo neolítico
Raúl Prchal
Ediciones Huayra Huasi, 2013
Novela, 48 pp.

por Rubén Sacchi

Lo dice su título, y no miente: el relato es breve y verídico. Lo uno, queda demostrado en el espesor del libro, pero lo otro, que para muchos puede ser una subjetividad, adopta visos de certeza para quienes conocemos personalmente a este particular personaje de las letras jujeñas.
Prchal pone en una historia y paisaje medievales una recreación de su propia vida, pero lo hace de manera atractiva al lector, que termina leyendo la trama con el mismo entusiasmo con que abordábamos las viejas novelas de caballería.
En el relato, un funcionario de la Corte Feudal de la Llanura se asienta en un pueblo, en apariencia, culturalmente atrasado.
Su establecimiento y el desarrollo de su vida social dan paso a una serie de peripecias, entre dramáticas y divertidas, que marcan los días del protagonista, quien enfrenta la disyuntiva de volver a la llanura, pero la rechaza.
El libro es casi un relato antropológico, con una descripción de aspectos y costumbres de los habitantes de la Puna (el pueblo neolítico). Una especie de glosario completa el volumen y lo hace más inteligible.
Buen ejemplo de edición autogestiva
para llevar la palabra a confines lejanos.

Por haber estado

Por haber estado
Antología
LuzAzul, 2014
Poesía y narrativa, 56 pp.

por Rubén Sacchi

El escritor y poeta Oscar Agú asumió una tarea loable: la difusión de la obra de colegas santafesinos y lo hace a través de la colección LuzAzul. Como otros tantos en sendas provincias o regiones del país abocados a esa tarea, pone en papel su palabra, que socializa con el resto de los mortales la producción local.
En esta ocasión son siete los autores propuestos, unidos, no sólo por la provincialidad, sino por la triste característica de haber abandonado la existencia, lo que paradójicamente reflejan los versos de uno de los antologados, Oreste Abbiate: “es el fin/ de un continuo/ morir,/ vivir”.
El volumen incluye seis poetas y un narrador, Gastón Gori. Su estilo, pleno de paisajes y costumbres, no deja de ocuparse de las iniquidades: “¿Usted cree que la tierra se puede decir que es de unos y de otros no?” declara en Nicanor y las aguas furiosas. Entre los vates, además, se cuentan otros cinco de los que, con el fin de tentar al lector, he seleccionado alguno de sus versos: Adriana Díaz Crosta, “con fe descobijada (…) puños masticando el aire”; Hugo Mandón, “no tener ya nada que hacer/ ni siquiera esperar”; Elda Massoni, “qué fragmentos mutilará la muerte,/ qué porciones de este vasto territorio de huesos”; Horacio C. Rossi, “somos toda la voz del mundo en silencio”, y Beatriz Vallejos, “La esperanza es la ausencia de toda certeza”.

Relámpagos. Vol. 1

Relámpagos. Vol. 1
Jan De Jager
Viajera Editorial, 2014
Poesía y relato, 282 pp.

por Rubén Sacchi

No son rayos. no, de esos que parten la noche en dos, esos que fulminan o incendian. Son sólo esas luces que acompañan las tormentas, que preceden un rezongo. Son iluminaciones para que se pueda ver más claro en la cerrazón y sea uno el que decida si fulmina o lo incendia todo. En definitiva: son destellos de sana lucidez.
Si bien echa mano a una variedad de textos que no son de su autoría, lo hace en la forma de traducciones, y el material que aborda es absolutamente novedoso, muy poco difundido en nuestro entorno
literario.
Relámpagos es un libro dedicado al texto breve, pero no solamente incluye creaciones de otros también hay, en sus casi trescientas páginas, hermosos escritos nacidos de su pluma.
La temática es diversa, desde un emotivo relato donde mujeres chilenas preparan una bandera para reclamar por los presos políticos en Con retacitos de tela, hasta la hipocresía de la iglesia en La última tentación de Cristo, pasando por la denuncia del saqueo de piezas arqueológicas, en el poema Arrepiante.
Interesante propuesta que anticipa su correlato, ya que el subtítulo de Volumen 1 nos pone en la espera de su saga.

Desde Luna Western

Desde Luna Western
Christophe Macquet
Paradiso Ediciones, 2014
Poesía, 72 pp.

por Rubén Sacchi

Consecuencia de su anterior libro, Luna Western, el nuevo volumen declara ser una suerte de comentario de aquel.
La poesía de Christophe Macquet, recreada por Lisandro Llano, va hilvanando una historia, donde un francés arriba al puerto de Buenos Aires y se instala en el Abasto.
En esa estancia, lee los autores argentinos y los revisita. Es así que de la aseveración borgeana “el olvido es una de las formas de la memoria”, deduce que “la infidelidad es una de las formas de la fidelidad”.
Como ya dije en mi comentario al primer libro, Justo Navarro afirma que “la traducción es un caso de suplantación de identidad” -aunque también puede darse una simbiosis- y algo de eso ocurre en estas páginas o, como admite en el poema XIII: “empezó a traducir, y luego... luego... se dio el gusto de derivar”.
De esa práctica surge un proceso lúdico, donde “cada poema original” le indica “la buena y rigurosa manera de la deconstrucción”. La traducción propiamente dicha es así tan sólo uno de los métodos
utilizados, según confiesa.
Para quien disfrutó Luna Western, quizás le sea útil para acercar algo de luz a su lectura, si no, para disfrutar de un hermoso juego idiomático.