Antonio Birabent y su trío eléctrico



Antonio Birabent y su trío eléctrico
Interpretara las canciones de su ultimo disco Lapiz, papel y guitarra
Sala Siranush. Armenia 1353, CABA
Jueves 7 de agosto

por Diego L. Forte

En una época en la que el rock tiene cada vez menos que ofrecer, el retorno a los ámbitos intimistas parece ser una apuesta viable para acercarse a un público que consume cada vez menos discos. Pero inserto en este mundo capitalista ultramoderno, todo se aggiorna, incluso los espectáculos de rock. Pensándolo desde esta perspectiva, la sala Siranush brinda un tiempo prudencial para que los parroquianos beban y se llenen de alimento, sin opción vegetariana, antes del comienzo del show. Una especie de bacanal pasada por el tamiz de los tabúes modernos occidentales.


Pero luego de atravesar la espesa bruma con que la modernidad cubre al espectáculo, finalmente llega la luz. El telón se corre y la banda finalmente aparece. Con un comienzo tenue apenas logran que el público separe sus ojos de la comida. Pero lentamente despiertan hasta llegar a un sonido bastante compacto y potente.
Teniendo en cuenta que Birabent nunca se ha caracterizado por tener un sonido arrollador, es muy interesante el hecho de que su trío eléctrico devenga en power trío gracias a la sólida base que le proveen Alejandra Moro y Mauro Scarparro. Claro que, una de las desventajas de un power trío consiste en que el bajista considere su deber llenar todos los espacios vacíos y, por ende, abuse de su instrumento. Por momentos Scarparro parece caer en la tentación y coquetea con el abuso pero finalmente hace lo correcto y muestra por qué es un gran bajista.
Alejandra Moro merece un capítulo aparte. Su clara formación jazzística aplicada a la construcción de una topadora de sonido da como resultado un complejo entramado de ritmos, completamente funcionales a las melodías de la voz de Birabent.
El propio Antonio ofrece una gran performance vocal, mostrando matices que por momentos parecen transformarlo en Sting, por momentos en Cerati. La simpleza de sus canciones, combinada con sus voces emocionales convence y conmueve, recordándonos que no todo está perdido. Destacaron “Hoy ya no soy yo” de Cerati-Melero, con un pequeño homenaje a Gustavo; una gran versión de “Río en espiral”; “Brasilero y guaraní”; “Río Abajo”; “Aishteru”; “De vuelta”; “El sol es de los dos” y “En altamar”.
Birabent confirma así que su pertenencia a la realeza del rock argentino no solo se debe a cuestiones sanguíneas. Su música se inscribe dentro de la tradición que comienza en Spinetta y continúa, reelaborada, en la obra de Cerati, Coleman, incluso Babasónicos. Su sonido en vivo y su calidez con el público son su mayor atributo y bien valen su precio.

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