Disculpas del irascible


Disculpas del irascible
Néstor Mux
De la Talita Dorada, 2008
Poesía, 96 pp.

por Rubén Sacchi

Esta antología de Libros de la Talita Dorada incluye la producción poética de Néstor Mux, a excepción de sus tres primeros trabajos, escritos durante su juventud. En contrapartida de esas ausencias, el editor agregó algunos trabajos aparecidos en la revista de poesía El espiniyo y el sitio de Internet Aromito.
El poeta describe con maestría pasajes de la vida que asumen el carácter de universales. Escenas sencillas pero poseedoras de detalles, movilizadores de esos resortes que llevamos en nuestra mente -y el corazón- a los que muy pocas cosas tienen la capacidad de accionar.
Mux asume la poesía como compromiso vital: “Si la poesía no alcanzara revelaciones/ y apenas fuese ademán inconcluso/ porque depusimos armas ante el desaliento/ (...)” habla de una cuestión ética y se embandera con ella al titularla Identidad.
Sería injusto obviar el prólogo que Mario Arteca escribió para la edición, titulado Diez miradas acerca de Disculpas del irascible y que constituye una suerte de exégesis de la obra del autor. Un verdadero micro-ensayo que disecciona todos los tópicos incluidos en su producción literaria.

Manhattan song


Manhattan song
Cinco poemas occidentales

Luis Benítez
El Fin de la Noche, 2010
Poesía, 62 pp.
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por Rubén Sacchi

Manhattan, ciudad enigmática de enormes torres que arañan el cielo del Dios Dinero y pozos nocturnos, dominios de su opuesto en el infierno del jazz. Escenario del delicioso cine de Woody Allen y del demencial apocalipsis del World Trade Center.
Benítez escribió estos versos hace casi dos decenios, según sus palabras: “en una isla famosa, que la codicia europea le compró por 24 dólares a la codicia americana, esta última convencida de que los compradores eran unos idiotas, porque ¿quién puede creer que la tierra es algo que se compra o se vende?”. De este intríngulis y aquel absurdo surgen estas historias un poco despiadadas, de pura vida, con un dejo de literatura beatnik y otro de policial negro.
En ese entorno, se desarrolla una lírica fantástica: “Desde una mota de polvo que tal vez sea el sol” y aleccionadora: “No hay que quejarse despierto/ de las miradas que toleramos en sueños”. Contiene cinco poemas duros, que nos recuerdan que “La vida es algo que siempre/ hay que cuidar de las polillas”, y ha de ser nomás, porque bien lo saben los veteranos de Vietnam en el quinto piso del Garbo’s Building: aquí “Nadie recuerda nada eso es lo bueno de este país”.

Recuérdate que no sabes recordar


Recuérdate que no sabes recordar
Carlos Sánchez
Edizioni Librati, 2010
Poesía, 142 pp.
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por Rubén Sacchi

Luego de La poesía, las nubes y el ajo, nos llega este nuevo volumen de Carlos Sánchez, en deliciosa edición bilingüe que nos permite sumergirnos en sus profundos pensares, a la vez que repasar, en mi caso, la lengua paterna, repleta de imágenes queridas y adobadas con at­mós­feras de ollas humeantes que convocan los afectos.
Escribe Alessandro Centinaro en el prólogo, que el autor es un poeta de “... regiones hechas de espacios amplios y abiertos, (...), no ama las jaulas...” lo que resulta una verdad incuestionable, ya que no hay mayor libertad que la poesía, y el hombre, y cualquiera de los sistemas que éste imaginó, no ha logrado fabricar los barrotes capaces de encerrarla.
Carlos Sánchez habla de la memoria, cuya materia prima son los recuerdos, y que necesita para desarrollarse de ese espacio intangible que llamamos tiempo, “el gran saboteador de sueños”, el que empuja a que “el misterio se haga pedazos”. El tiempo y su imparable transcurso que nos enfrenta a ese momento culminante de la vida llamado muerte y que trae conciencia de la inutilidad de proyectar hacia el futuro pero, y por eso mismo, otorga plenitud al presente; “el tiempo es un reloj de arena/ vacío”.